agosto 11, 2020  

El guardián de las papas

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Las papas que llegan a cada bolsa de Sabritas pasan por el cuidado y la experiencia de Juan Gerardo Villareal Garza.

Hasta hace poco, antes de su jubilación, Juan Gerardo Villarreal Garza fue el encargado del rancho Las Margaritas, ubicado al sur de Nuevo León. La responsabilidad ahora está en su familia: con 120 hectáreas a su cargo, la familia Villarreal debe estar al pendiente de miles de cultivos día y noche.

Además de cuidar a las papas ante las condiciones cambiantes del clima, la labor de los agricultores es proteger las papas de sus peores enemigos: las plagas. Hongos, bacterias e insectos al acecho pueden arrasar con meses de trabajo en cuestión de días. Durante años, Juan Gerardo vigiló el crecimiento de las papas como si fueran sus hijas. Tuvimos la oportunidad de platicar con él como se debe: guantes en mano y con las botas bien metidas en la tierra.

¿Cómo empezó su amor por las papas?
Empecé en 1981, sin conocer absolutamente nada del cultivo. Tenía 25 años, llegué nuevecito. Por fortuna me tocó un buen ingeniero que me capacitó y me enseñó lo que sé. Aquí en Las Margaritas tenemos siete años sembrando pura papa. Salen las papas y luego metemos trigo, porque es lo que se presta para sembrar en invierno con muy buenos resultados. 

¿Por qué hacen esta rotación de cultivos?
La papa es muy delicada. Cuando terminamos de sembrar papa, metemos trigo y nos movemos a otro lugar. Este terreno no se vuelve a sembrar sino hasta después de tres años de descanso. Esto es porque, si vuelves a sembrar papa luego luego, empieza a caer una plaga específica para ellas. Si vuelvo a sembrar aquí, los patógenos de la tierra se pueden reflejar en mi siguiente ciclo de siembra. Es muy importante dejar reposar tres años para poder cumplir con la máxima calidad en cada cosecha.

 ¿Qué clima prefiere la papa?
Aquí donde estamos hay un clima que a la papa le gusta mucho. Clima templado, unos 25 grados, y fresco. Es un clima que le va muy bien. Las heladas son un riesgo, porque te queman el follaje, y si no tienes follaje, las papas no se acaban de hacer. Las temperaturas altas también son un riesgo, porque la planta de la papa provoca una gemación, que es cuando a la papa le sale otra, como si fueran siamesas, y eso no es bueno porque es una papa deforme.

¿Cuánto tiempo tarda en desarrollarse una papa desde la siembra hasta la cosecha?
Eso depende de la variedad. Por decir, hay una variedad que tiene un ciclo de 130 a 140 días, aproximadamente. Pero también trabajamos con otra variedad que tiene un ciclo de 100 a 110 días.

¿Cómo se da cuenta de que las papas van creciendo bien?
La papa te pide que estés aquí día y noche. Hay que estar checando plagas, enfermedades y nutrición. Mucha inspección, todos los días las revisamos. Si ves una mancha, hay que acercarse a ver si es una enfermedad o una quemadura en la hoja o en el tallo. Si es una enfermedad y no la atiendes, te arruina todo en tres o cuatro días, y en una semana ya no tienes ni follaje ni papas.

¿Cómo se siente con todas estas hectáreas a su cargo?
En el cultivo de la papa nunca terminas de aprender. Siempre se te presenta un problema diferente y no todos los años son iguales: cambia el clima o llega una nueva plaga que no conocías. Tienes que estar siempre al día.

¿Qué le gusta más de trabajar en esto? 
Llegar al final del ciclo y dar un buen rendimiento, que la inversión haya valido la pena. Son como unas hijas para nosotros. De hecho, les decimos “las muchachas”, como si fueran nuestras niñas.

Además de cuidar a las papas ante las condiciones cambiantes del clima, la labor de los agricultores es proteger las papas de sus peores enemigos: las plagas. Hongos, bacterias e insectos al acecho pueden arrasar con meses de trabajo en cuestión de días. Durante años, Juan Gerardo vigiló el crecimiento de las papas como si fueran sus hijas. Tuvimos la oportunidad de platicar con él como se debe: guantes en mano y con las botas bien metidas en la tierra.